Hablamos de los celos como una respuesta
con gran carga emocional ante la posibilidad de perder algo que
consideramos propio o de gran valor para nosotros; se experimenta
tristeza, rabia, ansiedad, dolor, envidia, miedo, etc. Echeburúa y
Fernández-Montalvo (2001) describen los celos como un “sentimiento o
emoción que surge como consecuencia de un exagerado afán de poseer algo
de forma exclusiva y cuya base es la infidelidad (real o imaginaria) de
la persona amada. Por otro lado, Buss y Smith (1993) entienden los celos
como una estrategia de afrontamiento para mantener y consolidar
parejas. Se dan en todas las relaciones interpersonales; entre amigos,
hermanos, parejas, etc., y solo la idea de perder ese vínculo nos
martiriza con tal horrible sentimiento. En esta ocasión vamos a
centrarnos en los celos dentro de la pareja y qué aspectos podemos
trabajar para controlarlos.
¿Quién no ha sentido celos alguna vez? Es natural que los celos aparezcan en algunas ocasiones ya que, como hemos dicho, son una emoción normal. Mucho tienen que ver con nuestra historia biográfica, estilos de apego, características psicológicas y aprendizajes culturales, del mismo modo que muchas otras conductas e ideas que tenemos arraigadas. Las personas dependientes de los demás, con baja autoestima e inseguras tienden a sentir los celos de manera más exagerada. De este modo podemos diferenciar dos tipos de celos; los “normales” que todos podemos llegar a sentir e incluso nos ponen alerta ante posibles pérdidas y nos hacen reaccionar, y los celos “anormales o patológicos”. Se habla de patológicos por el intenso malestar que generan y las devastadoras consecuencias que acarrean. Presentan manifestaciones en diferentes niveles: en el emocional suelen generar ansiedad, en el plano cognitivo se relacionan con pensamientos intrusivos y obsesivos, y a nivel conductual se manifiestan con demandas de seguridad, estrategias de controlar a la pareja, etc.
Los celos son uno de los principales enemigos de las relaciones de pareja, ya que cuando aparecen estas actitudes obsesivas son tan difíciles de eliminar como convivir con ellos. Cuando asoman de forma ocasional tendemos a verlos como algo simpático o un signo de que le importamos al otro; sin embargo, cuando son enfermizos, nublan cualquier visión y son uno de los motivos de más peso a la hora de plantearse poner fin a una relación. Por esta razón, son muchas las personas que acuden a un experto pidiendo aprender a controlar los celos.
1. Las relaciones pueden ser para toda la vida… o no.
Como hemos dicho, la educación y el aprendizaje juegan un papel importante en la manera de sentir los celos. Muchos de nosotros hemos crecido con cuentos de princesas rescatadas por apuestos príncipes cuyo único fin era casarse, tener niños y la felicidad ya venía incluida. “Las parejas son para toda la vida”, el amor eterno, el matrimonio, “la familia es lo primero”, etc., son supuestos básicos que hemos incorporado y quien se atrevía a no seguirlos era mal visto por la sociedad.
Las cosas han cambiado; las princesas aspiran a algo más allá de esperar en el castillo a ser rescatadas. Los príncipes ya no tienen la presión de ser los responsables de la felicidad de la princesa. El modelo de la media naranja caducó. Aunque esto parece una idea clara, el miedo a la soledad, a que después de esta pareja no venga otra, es un motivo de peso para atar a tu pareja cueste lo que cueste. La idea de quedarnos solos nos aterra. Si somos capaces de superar este temor, seremos mucho más felices e inevitablemente haremos más felices a nuestras parejas.
Amar es una capacidad de cada uno, no está en el otro. Si una relación termina, siempre podemos volver a sentir amor por otra persona.
2. No asfixies a tu pareja, todos necesitamos nuestro espacio.
Una relación con espacio da la oportunidad a ambos de ser tal y como son. La asfixia acaba implicando miedo a mostrar opiniones, sentimientos, y ¿quién quiere esto en su pareja? Da y tómate tu espacio para hacer lo que te gusta; está bien compartir aficiones y amistades pero no todo tiene que ser a medias ni consensuado con el otro. Hacer cosas diferentes y tener gustos distintos es también muy enriquecedor dentro de una relación.
Las personas celosas suelen actuar impulsivamente y de forma inadecuada; después se dan cuenta de que se han equivocado y suelen pedir perdón. No obstante, cuando vuelve a aparecer esa mínima duda, la situación vuelve a repetirse e inevitablemente se va deteriorando la relación.
El respeto por tu pareja pasa por respetar su espacio, sus gustos y aficiones.
3. La confianza es la base de una relación sólida. Los celos no demuestran amor, solo desconfianza.
Tanto desconfiar como ser acusado de desconfianza generan un desgaste exagerado en uno mismo y en la pareja. En la época de las nuevas tecnologías y las redes sociales, las personas celosas tienen muchos más “motivos” para sentirse inquietos por los comportamientos de la pareja. El espionaje, revisar su whatsapp, sus emails, las preguntas constantes, acaban siendo conductas insostenibles. Están tan centrados en lo que hace el otro que se olvidan de ellos mismos.
En caso de que de verdad haya indicios de que puede estar pasando algo en la relación, lo más eficaz es sentarse a hablar desde la sinceridad, ahorrándonos todos esos meses de investigación. Lo bonito en una pareja es confiar porque puedas y porque tu pareja lo merece, no porque revises a diario su móvil o su ordenador. De hecho, siempre cabrá la posibilidad de no haber mirado bien…
Hay quien cree que si su pareja siente celos es porque lo ama profundamente…ERROR. Los celos no significan amor, son signo de desconfianza, inseguridad y miedos propios.
4. Trabaja tu autoestima.
Todo lo comentado hasta aquí tiene una base común; la baja autoestima. Una persona con problemas de autoestima, que sienta que no vale tanto por sí misma como en pareja, necesita la constante certeza de que la otra persona va a estar ahí siempre y estará siempre alerta para que nada ni nadie se lo quite. Entramos en un juego peligroso, depositar nuestra autoestima en otro que no seamos nosotros mismos, dejar nuestra valía en lo que hagan o dejen de hacer otros (“si dice que le gusto es que soy guapa”, “si no quiere salir conmigo es que no valgo lo suficiente”). Por asombroso que parezca, un gran número de personas que acuden al psicólogo presentan este problema.
Además, cuando una persona no se siente valiosa no entenderá cómo alguien ha podido fijarse en ella y tendrá dudas constantes sobre las intenciones de su pareja, hasta el punto de desconfiar de todas las buenas actitudes reinterpretándolas desde esta baja autoestima. En su cabeza circulan pensamientos como “no valgo nada”, “por qué va a estar conmigo”, “seguro que me engaña”.
Es importante trabajar en estos aspectos ya que, desgraciadamente, algo que hacemos para tratar de mantener siempre a alguien a nuestro lado, fácilmente puede causar lo contrario, que nuestra pareja se aleje porque no aguanta más estos comportamientos. Sin duda se trata de comportamientos e ideas muy arraigadas y, en los casos más extremos, la ayuda profesional puede ser de gran ayuda.
Tu pareja es libre de estar a tu lado, es su decisión y, si es lo que ha elegido, ¿por qué ponerlo en juego?
Autora: María García Rodríguez, en MONOGRÁFICOS APOL (Fundación Eduardo Punset)
¿Quién no ha sentido celos alguna vez? Es natural que los celos aparezcan en algunas ocasiones ya que, como hemos dicho, son una emoción normal. Mucho tienen que ver con nuestra historia biográfica, estilos de apego, características psicológicas y aprendizajes culturales, del mismo modo que muchas otras conductas e ideas que tenemos arraigadas. Las personas dependientes de los demás, con baja autoestima e inseguras tienden a sentir los celos de manera más exagerada. De este modo podemos diferenciar dos tipos de celos; los “normales” que todos podemos llegar a sentir e incluso nos ponen alerta ante posibles pérdidas y nos hacen reaccionar, y los celos “anormales o patológicos”. Se habla de patológicos por el intenso malestar que generan y las devastadoras consecuencias que acarrean. Presentan manifestaciones en diferentes niveles: en el emocional suelen generar ansiedad, en el plano cognitivo se relacionan con pensamientos intrusivos y obsesivos, y a nivel conductual se manifiestan con demandas de seguridad, estrategias de controlar a la pareja, etc.
Los celos son uno de los principales enemigos de las relaciones de pareja, ya que cuando aparecen estas actitudes obsesivas son tan difíciles de eliminar como convivir con ellos. Cuando asoman de forma ocasional tendemos a verlos como algo simpático o un signo de que le importamos al otro; sin embargo, cuando son enfermizos, nublan cualquier visión y son uno de los motivos de más peso a la hora de plantearse poner fin a una relación. Por esta razón, son muchas las personas que acuden a un experto pidiendo aprender a controlar los celos.
1. Las relaciones pueden ser para toda la vida… o no.
Como hemos dicho, la educación y el aprendizaje juegan un papel importante en la manera de sentir los celos. Muchos de nosotros hemos crecido con cuentos de princesas rescatadas por apuestos príncipes cuyo único fin era casarse, tener niños y la felicidad ya venía incluida. “Las parejas son para toda la vida”, el amor eterno, el matrimonio, “la familia es lo primero”, etc., son supuestos básicos que hemos incorporado y quien se atrevía a no seguirlos era mal visto por la sociedad.
Las cosas han cambiado; las princesas aspiran a algo más allá de esperar en el castillo a ser rescatadas. Los príncipes ya no tienen la presión de ser los responsables de la felicidad de la princesa. El modelo de la media naranja caducó. Aunque esto parece una idea clara, el miedo a la soledad, a que después de esta pareja no venga otra, es un motivo de peso para atar a tu pareja cueste lo que cueste. La idea de quedarnos solos nos aterra. Si somos capaces de superar este temor, seremos mucho más felices e inevitablemente haremos más felices a nuestras parejas.
Amar es una capacidad de cada uno, no está en el otro. Si una relación termina, siempre podemos volver a sentir amor por otra persona.
2. No asfixies a tu pareja, todos necesitamos nuestro espacio.
Una relación con espacio da la oportunidad a ambos de ser tal y como son. La asfixia acaba implicando miedo a mostrar opiniones, sentimientos, y ¿quién quiere esto en su pareja? Da y tómate tu espacio para hacer lo que te gusta; está bien compartir aficiones y amistades pero no todo tiene que ser a medias ni consensuado con el otro. Hacer cosas diferentes y tener gustos distintos es también muy enriquecedor dentro de una relación.
Las personas celosas suelen actuar impulsivamente y de forma inadecuada; después se dan cuenta de que se han equivocado y suelen pedir perdón. No obstante, cuando vuelve a aparecer esa mínima duda, la situación vuelve a repetirse e inevitablemente se va deteriorando la relación.
El respeto por tu pareja pasa por respetar su espacio, sus gustos y aficiones.
3. La confianza es la base de una relación sólida. Los celos no demuestran amor, solo desconfianza.
Tanto desconfiar como ser acusado de desconfianza generan un desgaste exagerado en uno mismo y en la pareja. En la época de las nuevas tecnologías y las redes sociales, las personas celosas tienen muchos más “motivos” para sentirse inquietos por los comportamientos de la pareja. El espionaje, revisar su whatsapp, sus emails, las preguntas constantes, acaban siendo conductas insostenibles. Están tan centrados en lo que hace el otro que se olvidan de ellos mismos.
En caso de que de verdad haya indicios de que puede estar pasando algo en la relación, lo más eficaz es sentarse a hablar desde la sinceridad, ahorrándonos todos esos meses de investigación. Lo bonito en una pareja es confiar porque puedas y porque tu pareja lo merece, no porque revises a diario su móvil o su ordenador. De hecho, siempre cabrá la posibilidad de no haber mirado bien…
Hay quien cree que si su pareja siente celos es porque lo ama profundamente…ERROR. Los celos no significan amor, son signo de desconfianza, inseguridad y miedos propios.
4. Trabaja tu autoestima.
Todo lo comentado hasta aquí tiene una base común; la baja autoestima. Una persona con problemas de autoestima, que sienta que no vale tanto por sí misma como en pareja, necesita la constante certeza de que la otra persona va a estar ahí siempre y estará siempre alerta para que nada ni nadie se lo quite. Entramos en un juego peligroso, depositar nuestra autoestima en otro que no seamos nosotros mismos, dejar nuestra valía en lo que hagan o dejen de hacer otros (“si dice que le gusto es que soy guapa”, “si no quiere salir conmigo es que no valgo lo suficiente”). Por asombroso que parezca, un gran número de personas que acuden al psicólogo presentan este problema.
Además, cuando una persona no se siente valiosa no entenderá cómo alguien ha podido fijarse en ella y tendrá dudas constantes sobre las intenciones de su pareja, hasta el punto de desconfiar de todas las buenas actitudes reinterpretándolas desde esta baja autoestima. En su cabeza circulan pensamientos como “no valgo nada”, “por qué va a estar conmigo”, “seguro que me engaña”.
Es importante trabajar en estos aspectos ya que, desgraciadamente, algo que hacemos para tratar de mantener siempre a alguien a nuestro lado, fácilmente puede causar lo contrario, que nuestra pareja se aleje porque no aguanta más estos comportamientos. Sin duda se trata de comportamientos e ideas muy arraigadas y, en los casos más extremos, la ayuda profesional puede ser de gran ayuda.
Tu pareja es libre de estar a tu lado, es su decisión y, si es lo que ha elegido, ¿por qué ponerlo en juego?
Autora: María García Rodríguez, en MONOGRÁFICOS APOL (Fundación Eduardo Punset)
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